17/12/06

La política del gozo

... A principios de esta semana estaba hablando a un grupo de ministros metodistas y cantamos el villancico cristiano "Alegría al mundo". Hubo dos momentos de la canción que me hicieron detener la respiración.

El primero fue cuando cantamos "que cada corazón le haga lugar". Si el villancico es correcto, la forma en que la tierra recibe al "príncipe de paz" de Dios es mediante corazones individuales como el nuestro. Al hacer lugar, al abrir nuestros corazones a Cristo, al dejar que nuestras vidas sean el establo y el pesebre a los cuales las buenas nuevas llegan silenciosamente, al hacer que el vacío y la vaciedad en nosotros sean vulnerables a la llegada del Espíritu... nos volvemos, como María, "theotokos", portadores de Dios.

Esto podría sonar algo místico, y no político, y tal vez lo sea. Es algo que creo que todos podemos llegar a experimentar: la posibilidad de preparar lugar en nuestros corazones para que Cristo realmente venga.

Esto me lleva al segundo momento trascendente del villancico para mí esta semana: "Ya no crezcan el pecado y el dolor, ni infesten la tierra espinos. Él viene para hacer que sus bendiciones fluyan tan lejos como se encuentre la maldición".

La llegada de un rey bueno en el mundo antiguo significaba mucho, y si bien el lenguaje real pueda sonar arcaico hoy, creo que podemos recuperar su significado cuando pensamos en una tierra de espinos, contaminada por el pecado y maldecida por el dolor, volviéndose frondosa, fértil y saludable de nuevo; la bienaventuranza fluyendo sobre la tierra como una cálida brisa.

Y, por supuesto, es aquí donde lo personal y lo político se encuentran. Pensar en la justicia, hablar de la paz, debatir políticas públicas y trabajar por el cambio social son importantes... pero no como sustituto para la elección muy personal de "prepararle un lugar" en nuestros corazones para que (como dice el dicho) nosotros podamos ser el cambio que queremos ver en el mundo.

La forma en que "la tierra recibe a su rey" (y las bendiciones que trae) no es por medio de bombas, armas, teléfonos pinchados o golpes de estado; no es mediante publicaciones agresivas en blogs o pronunciamientos apasionados de los expertos en los medios. Más bien, el rey (y el reino) viene en primer lugar a los silenciosos corazones de personas humildes que "le preparan un lugar", y la alegría fluye al mundo a través de ellas.

Ese es el idioma de la formación espiritual, sin duda. Pero, ¿cómo puede haber transformación política en el mundo exterior de espinos, pecados y dolor si nuestras vidas interiores no se convierten en el pesebre en el cual nacen la esperanza, la sanidad, el facultamiento, el amor y el gozo?

Lo que ocurre en el mundo político -en el mundo público donde las personas se tratan justa o injustamente, pacífica o violentamente, como prójimos o como enemigos- nunca puede ser separado de lo que ocurre en el mundo personal. Y lo opuesto también se cumple.

Esa es la fuente de la política del gozo.

Brian McLaren (traducido de blog God's Politics: http://www.beliefnet.com/blogs/godspolitics/)

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