14/12/06

¿Dónde están las divisiones del Papa?

...Un hecho que impresiona en estos últimos 25 años, que son los más duraderos de democratización en casi toda América Latina, en los que ha habido profundos recambios de formas y liderazgos políticos, mientras muchos esquemas mentales e ideológicos quedaban sumidos en el anacronismo y se planteaban nuevos problemas y desafíos, es la escasez de significativas y fuertes presencias católicas en los liderazgos de primer plano en los nuevos escenarios públicos de nuestras naciones.

Cuando se considera la presencia pública de la Iglesia en el seno de las naciones se tiende a concentrar los reflectores en declaraciones, documentos e intervenciones de las jerarquías eclesiásticas nacionales, en sus encuentros y desencuentros con el poder político, en sus gestos y orientaciones respecto a las mayores cuestiones de la convivencia nacional. Y es lógico, pues los Obispos son, en comunión con el Papa, los custodios de la tradición católica en la vida de los pueblos, testigos, educadores y maestros para alimentarlos con razones de vida y esperanza. Así como los Obispos de la “nueva cristiandad de Indias” se presentaban con el título de “defensores de los indios”, a los Obispos compete actualmente en América Latina ser reconocidos como defensores de los pueblos en lo que les es de más valioso, fundamental y decisivo. Sin embargo, sólo una difundida imagen “clerical” de la Iglesia suscita esa concentración de atención.

Si los Pastores son servidores de un pueblo, ¿acaso no cabría preguntarse en donde están las “divisiones” del Papa y de los Obispos en la vida pública de las naciones? ¿Cuáles son las respuestas sociales, culturales, políticas de los cristianos? ¿Donde se están elaborando, experimentando y proponiendo nuevos aportes, nuevas obras, nuevos caminos, desde una presencia católica, para esta fase de desarrollo de América Latina, para la promoción de una cultura para la vida, la reconstrucción del tejido familiar y social, una alianza del mercado con la solidaridad y justicia, la reforma de la empresa y el trabajo, un replanteamiento profundo de la educación y la formación del capital humano, un despliegue de nuestra tradición cultural capaz de incorporar las innovaciones científico-tecnológicas para bien de la persona y de los pueblos, la creación de obras artísticas que reflejen el esplendor de la verdad, la difusión de nuevas modalidades de participación que consoliden la democracia y renovadas formas de auto-organización, promoción y asistencia de los excluidos y desfavorecidos? ¿Dónde están nuestros Adenauer, los De Gasperi, los Monnet, los Schumann, que estén afrontando los caminos efectivos de la necesaria integración regional, con los sacrificios, reconciliaciones y convergencias que implica, hacia la Unión Sudamericana en el marco de un nuevo protagonismo mundial? ¿Dónde nuestros Tomás Moro, obedientes súbditos de la autoridad, pero sobre todo de la ley inscrita por Dios en la conciencia del hombre, fuente de su auténtica libertad? ¿Cómo puede ser que en pueblos de tradición católica ésta no encuentre mayor expresividad política en caminos de contribución coherente y original ante los enormes desafíos y problemas de las naciones?...

Tomado de "Católicos y vida pública en América Latina" (ver Documentos relacionados)

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