28/12/06

Elisa Carrió: "No puede haber reconciliación con impunidad"

Comparó el liderazgo "magnánimo" de Mandela con el "resentido" de Kirchner

Volvió de Sudáfrica encandilada con el proceso posterior al apartheid encabezado por Nelson Mandela, a quien adjudica "un liderazgo magnánimo, con capacidad para perdonar mientras la justicia sigue su camino".

Elisa Carrió cree que el estado de crispación que la Argentina vive en estos días se debe, en buena medida, al estilo "resentido, de partición de la sociedad y de venganza" que propone el presidente Néstor Kirchner.

Afirma que "el pasado está volviendo como parodia, aunque ya tenemos una tragedia, la de [Jorge] López". Elogia la candidatura de monseñor Piña en Misiones, y contextualiza el conflicto con la Iglesia en "la idolatría de quienes creen que todo es poder y rechazan a quienes dan testimonio".

Desafiante, y en diálogo con LA NACION, la líder de ARI dijo que creía que los juicios a militares acusados de violaciones de los derechos humanos deben continuar, pero que todos los actores -incluso los líderes guerrilleros- deben "pedir perdón por lo que hicieron".

Bronceada, y con un llamativo collar de perlas alrededor del cuello, afirma que la nueva oposición al "régimen de protofascismo ignorante" será encabezada por "personas que resistan".

Niega cualquier acercamiento con Roberto Lavagna, detrás del cual, sostiene, está "la Argentina corporativa", y reitera que será candidata presidencial el año próximo.

-El testigo López sigue sin aparecer ¿La democracia peligra?

-Hay responsabilidad nacional y provincial, ratificada por el Gobierno que ahora impulsa un régimen de protección de testigos, pero esto se enmarca en algo más complejo: el pasado está volviendo como parodia, y lo único trágico es lo que le ocurre a López. El escenario fascista y maniqueo que tenemos impide pensar, debemos dar batalla por las palabras.

-¿De qué manera?

-La palabra reconciliación se equipara a impunidad, y justicia está usada por algunos que buscan venganza.

-Reconciliación sin impunidad. ¿Qué significa?

-La reconciliación debe ser producto de la verdad y la justicia. El ánimo que debe presidir esa búsqueda es de reconciliación, un estado interior que forma parte de la instancia del perdón y va por carriles separados del sistema legal. Cuando Juan Pablo II se reúne con Ali Agca lo perdona, pero no pide una rebaja de la pena.

-¿Qué ocurrió en Sudáfrica?

-Ellos no buscaron una reconciliación barata fundada en el olvido, sino una profunda basada en la confesión de los hechos, la construcción de la memoria y que todos reconocieran las violaciones de los derechos humanos. Los miembros del Consejo Nacional Africano dijeron que su causa había sido justa, pero reconocieron que habían violado derechos humanos.

-¿Es posible algo similar aquí?

-Aquí, salvo la nulidad de los indultos, tenemos el sistema legal más completo sobre revisión del pasado. La diferencia fue el ánimo: la capacidad de perdón de líderes como Mandela, que se puso por encima de los negros y dio confianza a los blancos.

-¿Y Kirchner?

-Su posición es absolutamente la contraria: un liderazgo de división, resentimiento, discordia y odio. En Sudáfrica tienen miedo de "latinoamericanizarse" con el modelo chavista, partición para mantener hegemonía de liderazgos populistas y fascistas.

-¿Quiénes son los resentidos?

-La ignorancia sólo se puede vestir de soberbia, porque si no muestra su propia debilidad. Estos liderazgos expresan rencores de una sociedad por mucho tiempo frustrada, lo que en un inicio produce éxitos transitorios y popularidad extrema. Popularidad y fascismo van unidos.

-Los juicios a militares deben continuar, entonces...

-Por supuesto. No hay equivalencia moral entre actos de delincuentes comunes o acciones guerrilleras y el terrorismo de Estado, pero para reconciliar a una sociedad debe haber arrepentimiento interior.

-Al Gobierno le falta ese ánimo.

-Llamo a la sociedad a no ser cómplice, a reconocer cuando aplaudimos o miramos para otro lado. Ese cambio y rechazo de la violencia simbólica servirá para evitar la violencia real, como vimos en el Hospital Francés.

-¿El conflicto con la Iglesia se inscribe en ese deseo de partición?

-Sí. La filosofía es la de Nietzsche, para quien todo es voluntad de poder, concepto del que se enamoraron tanto los nazis como las izquierdas. Si hay sólo poder no hay trascendencia y sí idolatría, al liderazgo le molesta lo que esté por encima.

-¿No es enfrentamiento con las corporaciones, entonces?

-Lo que molesta es el testimonio, y Piña lo está dando de manera correctísima. Los creyentes deben testimoniar en la vida pública cuando están en juego valores esenciales. En la Constitución de 1853 había muchos clérigos, y además, ¿qué van a decir, que Mugica [Carlos] no tuvo que intervenir en los setenta?

-¿Por qué se busca venganza?

-Es una miseria del carácter presidencial. Mandela puso a De Klerk como vicepresidente, y acá se confunde fuerza con fortaleza. Siempre se dijo que "Carrió exagera", pero en este escenario, con periodistas amenazados, iglesias perseguidas, esquemas de delación de la SIDE, vaciamiento institucional, está claro que éste es un protofascismo ignorante y desorganizado que la gente debe rechazar.

-¿Y la oposición?

-En este sistema no hay oposiciones orgánicas, sino individuos que resisten, como en la Francia fascista. Resisten algunos directores, como Fontevecchia y Saguier, no mucho más.

-¿Qué siente cuando ve a ex amigos de ARI defender al Gobierno?

-No los juzgo. Hubiera dado muchas cosas para que estuviéramos juntos; no pudo ser. Estoy contenta de que este momento no me encontró como ministra de la Corte o quebrada frente a la billetera de Alberto Fernández o de Kirchner.

-¿Y si Lavagna la llama para articular algo en común?

-No pasaría nada. No hay que volver a la Argentina corporativa del pacto de Olivos.

-¿Se le puede ganar a Kirchner?

-No sé, América latina es cambiante. Lula tampoco podía perder.

Por Jaime Rosemberg

Publicado el 15/10/06 en La Nación
http://www.lanacion.com.ar/849565

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