25/4/08

Una teología creativa. Deja los hábitos para combatir la pobreza


Se trata de uno de los países en los que la corrupción ha alcanzado cotas de escándalo. La corrupción acompañada de su eterna compañera de viaje: la pobreza. Seis décadas de gobierno del sempiterno Partido Colorado han sido cerradas en Paraguay por medio de unas elecciones democráticas con alta participación ciudadana; unas elecciones que han llevado a la presidencia del país al obispo católico Fernando Lugo, de 56 años.

El paso del tiempo se encargará de juzgar si el nuevo presidente responde o no a las enormes expectativas que ha despertado entre la población paraguaya, de la que una inmensa mayoría vive acostumbrada al hambre y a la corrupción, perdidas todas las esperanzas después de 61 años de incertidumbre y desesperanza, siendo gobernados por un partido político incapaz de resolver los problemas y sacar al país de la pobreza.


Fernando Amindo Lugo Méndez es un seguidor de la teología de la liberación1, como lo son la mayoría de los cristianos comprometidos socialmente en América Latina, lo cual no quiere decir que sea, al menos en sus primeras manifestaciones, un populista al estilo de otros líderes políticos latinoamericanos. Su gran reto, en un pequeño país rodeado de dos gigantes: Brasil y Argentina, es librar del hambre y de la corrupción a una población de 5,6 millones de habitantes recurriendo a la tierra y a los recursos naturales, que no le faltan al país hermano.


Al parecer al presidente electo de Paraguay le sobran ganas y carisma personal, ya que en solo tres años ha conseguido aglutinar en torno a su persona a una mayoría de votantes bajo un partido sin marcado color político, Alianza Patriótica para el Cambio, en el que el elementos de unión ha sido una llamada a la honestidad, a la justicia social y a la regeneración democrática, con la promesa de llevar a cabo una reforma agraria y aprovechar los recursos energéticos que mantiene o disputa con Brasil y Argentina. ¡Ojala lo consiga! ¡Ojala le dejen! ¡Ojala no se deje entrampillar en las redes de la corrupción!


Fernando Lugo es uno de esos clérigos latinoamericanos que se tomaron en serio la doctrina del Concilio Vaticano II y aceptaron que el mensaje de Jesús hace una opción preferencial por los pobres; y que esa opción lleva implícito no solamente un mensaje salvacionista, sino un compromiso social; que la teología no es un mero ejercicio intelectual que se elabora en los despachos y se presenta en las facultades, sino un compromiso vital que se incardina en el campo, en la calle, en las plazas públicas, en la sociedad; que la ortodoxia, es decir, la pura doctrina, se convierte en algo hueco y estéril cuando no se transforma en ortopraxis, una reflexión crítica que conduce al compromiso y a la transformación de la sociedad. Pero para entonces el Concilio Vaticano II había dejado de ser atractivo para Roma. Y su jefe actual, Benedicto XVI, ha decidido suspenderle para el ejercicio de sus funciones episcopales.


Fernando Lugo no se define como hombre de izquierdas ni de derechas, sino como “practicante de la teología de la liberación”. Sus motivaciones responden a convicciones internas y trascendentes, y representan una ventana abierta a la esperanza. Cree que teología y política van de la mano; que compromiso social y fe son partes de un todo.


El mundo contemporáneo, inmerso en la subversión de valores y la corrupción, en el que emerge cada vez con mayor fuerza una concepción política neoliberal despojada de sentimientos humanitarios, está necesitado de políticos de talla que tengan referentes éticos suficientemente arraigados, que les lleve a establecer compromisos sociales sin perder de vista la dimensión trascendental de la vida, pero sin caer en la tentación de crear una sociedad teocrática sometida a los dictados de la religión.


Deseamos al presidente electo de Paraguay claridad de mente para afrontar el reto con sabiduría y firmeza de carácter para no dejarse arrastrar por los cánticos de sirenas que empezarán muy pronto a entonar a su alrededor.


Máximo García Ruiz, España
El autor es sociólogo y teólogo.

Abril 2008 - Lupa Protestante


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